domingo, 6 de enero de 2013

Miradas que valen la pena

Él no tiene más que un perro y una mochila. Sin hogar y sin mucho dinero. Parece que vaga sin rumbo mientras su fiel compañero lo sigue a buen ritmo. No mira nada ni a nadie. Tiene fija una leve sonrisa en el rostro por motivos que no sabría explicar.

Ella no llama la atención a primera vista. Es una chica normal en una tarde normal. Con su bolso y sus zapatos de tacón recorre la parte antigua de la ciudad. Expresión neutra en la cara y paso sutilmente acelerado.   

Yo camino por la misma calle que ella, en la misma dirección que él. Mirando cada cosa que hay a mi alrededor. Nunca ser observadora fue tan gratificante. Me encuentro a algo así como dos metros de él y puede que a unos tres y medio de ella. Los tres caminamos en sendas direcciones. De pronto, sucede. Están a punto de cruzarse. Levantan la cabeza. Ella lo mira a él. Él la mira a ella. Ambos sonríen y se sonrojan. Rápidamente, apartan las miradas. Ella se mira las puntas de los zapatos y él intercambia una mirada con su amigo perruno. Yo sonrío... En días como hoy, me alegro de volver a casa por el camino largo. Pensándolo, no es más que una tontería, una casualidad. Una casualidad que me hace sonreír. Quién sabe...puede que se vuelvan a cruzar. Puede que no. O puede que, en algún momento de sus vidas, recuerden ese encuentro fugaz que duró un segundo. O puede que solo uno de los dos lo haga. O puede que ahora mismo ya no recuerden que ha ocurrido. Lo que sí es cierto, es que compartieron un instante, tuvieron un momento. Y si se atreven a borrarlo de su memoria, yo lo guardaré y dedicaré un trocito de mi tiempo a imaginar qué pasó después.

Perdamos la cabeza


- El problema es que usas demasiado la cabeza.
- ¿ Desde cuándo es eso malo?
- Desde el momento en que pones la razón por encima de tus deseos.
- Es imposible vivir de otra forma.
- Discrepo.
- ¿Cómo lo harías tu?
- Es muy sencillo. Se trata de buscar en lo más profundo de ti mismo, de buscar la parte animal de ese animal racional que eres. Se trata de guiarte por instintos y, sobre todo, por deseo. Hablo de sentir y dejarte llevar. Para mi, ese es el camino más directo a la felicidad. Tu deseo te hará feliz, sin necesidad de nada más.
- Puede convertirse en problemas en el futuro.
- ¿Para qué pensar el el futuro?
- Porque el futuro es inevitable.
- El futuro es algo incierto. No hay forma de saber si tendrá lugar. Olvídate de ese futuro, inexistente por el momento, y se feliz en el presente.
- De ese modo, mi felicidad será tan efímera como el tiempo.
- No lo entiendes. Es una cadena. Una cadena de deseo y pasión. Si tu vida se basa en hacer lo que quieres hacer, lo que realmente deseas en cada momento, solo puedes ser eternamente feliz.
- Tu teoría se basa en no pensar, en no hacer uso de la razón, en tirar por los suelos una evolución que ha durado siglos. No creo que eso esté bien...
- Al quemar la razón, el bien y el mal arden con ella. Las cosas dejan de estar bien o mal y el deseo pasa a ser el único motivo. 
- Para mí, no es suficiente.
- Para mí, lo es todo.
- Mi cabeza y mi razón te demostrarán que te equivocas.
- Mi deseo hará que pierda la cabeza.
-  ¿Y qué harás cuando pierdas la cabeza?
- Ser feliz.